Dejad
que os cuente una pequeña historia. Tocar la guitarra nunca me fue fácil cuando
era joven. No tenía ningún, como se suele llamar, talento natural, o al menos,
no lo sabía. Fui a la facultad a estudiar música. Acabé el instituto hacía
cuatro años. Era un estudiante normalito y tenía mucho miedo a no hacerlo bien
en la facultad, ya que se supone que es mucho más difícil que en el instituto.
El
primer día de clases, me senté en mi clase de teoría musical y me di cuenta que
la clase estaba llena de estudiantes con títulos de música. Me sentí intimidado
al saber que había 50 personas que tocaban mejor el piano, la flauta, el violín
o el clarinete que yo la guitarra. Supuestamente, todos estos estudiantes
podían leer música correctamente y entender más sobre teoría musical que yo.
Esa misma semana, fui a hablar con mi profesor de teoría musical sobre mis
dudas infundadas en el miedo que tenía por no estar seguro si sería capaz de
encajar en la clase. Me dijo “Mucha gente que va a la facultad para aprender
una carrera musical nunca hace lo suficiente para obtener el título. Algunos
suspenden las clases de música. Otros abandonan y cambian su especialización
cuando se dan cuenta que aprobar música es uno de los títulos más complicados
que existen, así que deciden cambiar a algo más fácil (como negocios,
contabilidad, etc.). Menos del 25% de los estudiantes de esta clase acabarán su
segundo año de universidad en música.” Debí parecer muy nervioso ahí quieto
escuchando todo esto. Él continuó, “Los únicos que lo hacen y se vuelven
verdaderos músicos no son siempre los que mejor tocan, no siempre las personas
más inteligentes y no siempre las más creativas. No. Los estudiantes que lo
consiguen son siempre los únicos que tienen ese deseo más allá del que tienen
los demás. Tienen el objetivo persistente, implacable de convertirse en un
músico y la ética de trabajo para consolidarlo. Estos son los únicos que
prácticamente siempre lo consiguen.”
Tardó
varios días en calar lo que me dijo en mi mente desde que hablamos. No era uno
más de la gente con títulos de la facultad. Había otros estudiantes que eran
mejores tocando sus instrumentos, comparado a como tocaba yo la guitarra
entonces. (Cuando entré en la universidad, ¡apenas podía leer música!) Pero
estaba totalmente convencido que TENÍA el intenso deseo de convertirme en un
músico real (más que un músico decente) y tenía la ética del trabajo y la
persistencia de mi lado. Empecé a sentirme seguro de que podía conseguirlo, y
me saqué mis títulos, y después comencé a enseñar música, escribir mi propia
música, lanzar mis propios CDs, crear mi propia compañía de grabación, y dar la
vuelta al mundo. No sabía que podría llegar hasta aquí, pero me lo tomé paso a
paso hasta que algo fue sucediendo. Al principio del primer semestre, había 50
estudiantes en mi clase. Al principio del segundo semestre, había menos de 25.
Cuando empezó el tercer semestre, el número descendió a 11. Al final de los 4
semestres, sólo 6 de estas personas se graduaron: Mike Walsh (el otro
guitarrista en mi banda) y yo estábamos entre los 6 que lo conseguimos. Fuimos
a otras universidades a por el siguiente título. Todos los que nos graduamos estábamos
muy motivados que nos condujo a ser unos músicos excelentes. Había otros
estudiantes que no lo consiguieron y yo pensé que eran altamente inteligentes y
creativos, y que eran buenos con sus instrumentos, pero pasaron por alto las
cosas que más importan al final: la pasión, el camino y la absoluta
determinación para poder con todo ello.
Han
pasado años desde que dejé la facultad. He alcanzado los grandes objetivos que
me propuse en su día. Tú puedes hacer los mismo. Tienes potencial más alla de
lo que hayas alcanzado. La gran mayoría de vosotros no tiene idea de cual es
vuestro potencial. A lo largo de los años, he tenido estudiantes excelentes,
pero los únicos que han llegado lejos en la música (y aquellos que son más
felices con lo que hacen) son los que pude hacer ver que tenían más potencial
del que pensaban. Todo lo que necesitamos es tener las herramientas correctas
(aquí es donde entra un buen profesor), aprender cómo aplicarlas (el profesor
influye) y tener el deseo y la manera de que ocurra (aquí es donde TÚ
influyes).
Regla
número 1: No intentes aprender por tu cuenta. No intentes aprender
exclusivamente viendo tablaturas gratis o lecciones en internet. Si eso es todo
lo que necesitarías para avanzar, habría miles de estrellas de rock en el
mundo. Seguro que hay buenas páginas web que tienen calidad. Piensa que estas
cosas ayudan, pero entiende que nunca serán un buen sustituto a trabajar con un
buen profesor.
Regla
número 2: Convertirse un buen músico a largo plazo requiere miles de horas de
práctica y años de aprendizaje. Te llevará más tiempo alcanzar tus objetivos
sin un buen profesor. Un buen profesor puede/debería salvarte de practicar sin
rumbo, enseñándote COMO alcanzar tus objetivos más rápidamente y mejor.
Regla
número 3: Además de trabajar con un profesor, debes saber los pasos que tienes
que tomar por tu cuenta para convertirte en el guitarrista que quieres (y
puedes) ser.
Regla
número 4: No te mientas. No te digas que vas a dedicar tiempo, esfuerzo y
dinero en hacer esto si sabes realmente que no vas a poder. Cuando decidas
invertir en ti mismo y alcanzar tus objetivos, ¡hazlo! Mira el camino que debes
recorrer hasta que alcances tus objetivos. Céntrate, motívate, se disciplinado
¡y ten ganas!
Regla
número 5: Después del “miedo”, la procrastinación es el peor enemigo para
obtener los resultados que quieres realmente.
Muchos
guitarristas que se consideran realmente felices, son los que se mueven por sus
objetivos. Hay algunos que hicieron cosas significantes para obtener los
resultados que querían en su vida. Muchos de los que fallaron son los que
tiraron la toalla demasiado pronto y no dieron el 100%. ¿Dónde te ves en
un año? ¿En tres años? ¿En cinco? ¿En ocho? ¿En
quince años? Espero que seas capaz de decir que eres “Feliz”.
Autor: TOM HESS
Traducido por Paloma Pomares
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