¿Practicar
o no practicar? Esa no es la cuestión. Os adjunto un intercambio de correos
entre un joven guitarrista y yo mismo:
“Tom, he
estado practicando ejercicios sin sentido al menos durante un año y no me han
servido para nada. He conseguido hacer poco con lo que he practicado. Lo mismo,
una y otra vez, y mis habilidades no son suficientemente válidas para darme
confianza cuando realmente la necesito. Me explico, no puedo justificar en qué gasto
el tiempo y mis energías si siento que solo pierdo el tiempo – no llego a
ninguna parte. Espero obtener algo más de mi esfuerzo. Mis dedos sangran pero
no mejoro. Sin deseo y aburrido, mis dedos practican sin descanso como si solo
pueda pensar desesperadamente en convertirme en un gran guitarrista. Por favor,
déjame preguntarte algo: ¿has practicado muchos ejercicios sin sentido para
alcanzar el nivel de maestría musical que has alcanzado? Y, si tu respuesta es
afirmativa, ¿has experimentado algo parecido a lo mio?”
Lo que
sigue es un extracto de mi respuesta:
“Mike,
con respecto a tu forma de pensar y al término “ejercicios sin sentido”, te
diré que no hay ningún ejercicio sin sentido de guitarra, sólo pensamientos de
que no tienen sentido. Incluso, si estás concentrado en hacer un simple
movimiento o en tocar una simple nota, no hay nada “sin sentido” en ello hasta
que piensas que no lo tiene. Cualquier tipo de ejercicio nunca son inútiles, y
si lo son, solo significa que no estás mentalmente centrado en la práctica. A
veces nos podemos aburrir de repetir los mismos patrones. Puede ser un poco difícil
mantener la concentración en lo que es simple. Piensa exactamente lo que
quieres alcanzar mientras practicas cualquier cosa. ¿Es sencillamente tu
intención ejercitar los músculos de la mano? Si es eso todo lo que nos
importase mientras practicamos, el resultado no sería muy bueno. Lo que
necesitamos hacer es entrenar nuestras manos para tocar cualquier ejercicio que
les ordenemos. La parte importante de esa frase es: “cualquier ejercicio que les
ORDENEMOS”. Tu mente y tus manos deben trabajar juntas. Los ejercicios no son
solo para las manos.
>>
Escribiste que tus habilidades no son lo suficientemente fuertes para hacerte
confiar. La palabra clave aquí es “confiar”. Después de todo el tiempo que has
invertido, tus manos están probablemente en mejor forma. Tus habilidades no son
visibles porque no has practicado la parte más importante, la sincronía entre mente y cuerpo. La verdadera coherencia en tu
forma de tocar depende en gran parte de esta sincronización. Tu cerebro y tus
dedos no aprenden a trabajar juntos por accidente, debes entrenarlos. Esto sólo
ocurre bajo las condiciones adecuadas de concentración constante mientras practicas.
Sencillamente, no dejes a tus dedos que entren en modo automático. Déjame
ponerte un ejemplo. Si solo practicas con tu mano izquierda (y te niegas a
desarrollar tu mano derecha), ¿qué ocurrirá? Perderás el equilibrio. Las
habilidades de tu mano izquierda estarán retenidas por la mano derecha. ¿Qué
debes hacer para solucionar este problema? Desarrolla las habilidades de la
mano derecha Y desarrolla la sincronización entre ambas manos. Habilidades
aisladas son virtualmente inútiles en la mayoría de situaciones. Solo cuando
las habilidades están sincronizadas se hacen más efectivas y eficientes.
>>Creo
que este asunto es la primera razón de por qué sientes que has estado “perdiendo
el tiempo” a pesar de tu gran esfuerzo (físico).
>>Mi
consejo para ti Mike, es continuar practicando lo que has estado haciendo, pero
hazlo concentrado, incluso mientras practicas las cosas más sencillas. Es un
consejo muy básico, pero creo que es la clave para este problema. Como muchas
otras cosas, un simple consejo no es siempre bien ejecutado. Tal vez te resulte
difícil concentrarte durante mucho tiempo (es normal), pero a la larga, se irá
volviendo más fácil con un poco de auto conciencia, auto disciplina y confianza
en ti mismo.
>>Recuerda:
nada es un sin sentido. Sólo existen diferentes posibilidades dependiendo de la
manera de pensar."
Autor: TOM HESS
Traducido por Paloma Pomares
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